Asamblea de la Florida, de Eduardo Amézaga, óleo sobre tela, 1943 - 1947. Fuente: Museo Histórico Nacional
"La
Declaratoria de la Independencia, expresada en una de las leyes
promulgada por la Sala de Representantes de la Provincia Oriental el 25
de agosto de 1825, fue antecedida por una serie de acontecimientos de
gran importancia. También ha sido motivo de polémica para diversos
investigadores a lo largo de nuestra historia.
El antecedente
más importante fue el levantamiento oriental contra el ejército
brasileño que ocupaba la Provincia Oriental desde 1820. Este movimiento
revolucionario se había iniciado el 19 de abril de 1825 al producirse el
“Desembarco de los Treinta y Tres Orientales” al mando de Juan Antonio
Lavalleja. A la lucha se unieron distintos caudillos, entre los que se
destaca Fructuoso Rivera, que hasta ese momento colaboraba con el
ejército brasileño. ... " (Uruguay Educa)
Romance del 25 de agosto
El "Romance del 25 de agosto", poema de Serafín J. García (poeta y narrador uruguayo que nació en 1908 en el departamento de Treinta y Tres. Murió en 1985)
"Írritos, nulos, disueltos",
cantaba el viento en los talas,
y acompañaban el canto
los boyeros con sus flautas.
"Írritos, nulos, disueltos",
repetían las calandrias
mientras colgaban caireles
de música entre las ramas.
Y el clarín de los horneros
campo adentro repicaba
sembrando la buena nueva
entre un júbilo de alas.
Y aunque era invierno en el tiempo,
hasta grillos y chicharras
desherrumbraban sus élitros
para unirse a la cantata.
Estaba de fiesta el campo
y el monte lo acompañaba,
porque era fecha de gloria
para la tierra "orientala".
Y el mismo cielo, allá arriba,
alternaba nubes blancas
con su azul, como ofreciendo
para la bandera franjas.
Cuentan que aquel veinticinco
fue de punta a punta el alba
ya que hasta la tardecita
parecía una madrugada.
Todo en él era comienzo,
todo en él era esperanza,
Y hasta el sol se detenía
para ver nacer la patria.
"Írritos, nulos, disueltos"
los actos que subyugaban,
el viejo afán artiguista
en fruto al fin se trocaba.
Y por eso "írritos, nulos,
disueltos", todos cantaban,
hombre y ave, insecto y árbol,
flor y espira, viento y agua.
Serafín J. García